CARTA DE LOS FUNDADORES DE CISTER A LOS LAICOS CISTERCIENSES DEL SIGLO XXI

Queridos hermanos laicos y laicas cistercienses del siglo XXI:

Los nueve siglos que nos separan en el tiempo no deben ser impedimento para que nos sintáis cercanos a vuestra vida de laicos en el mundo, desde el deseo y la búsqueda de Dios a través del carisma cisterciense compartido con las comunidades monásticas a las que estáis vinculados.

Sabemos de los avatares de vuestro mundo y recordamos los tiempos críticos que a nosotros nos tocó vivir. Por eso nos hemos decidido a escribiros esta carta y compartir con vosotros de forma sencilla y coloquial.

¿Qué podemos deciros, queridos hermanos laicos, nosotros, unos monjes de la Edad Media que optaron por volver a la fuente, al espíritu de la Regla de San Benito? La opción nos llevó al bosque de Cîteaux, al Nuevo Monasterio, donde la vida monástica cisterciense creció y se fue expandiendo. No vamos a extendernos en la historia porque seguramente ya la conocéis o en ello os estáis adentrando en todo lo que quedó escrito desde los inicios y que seguramente serán temas de formación e interés para ir conociendo el carisma cisterciense.

A nosotros nos movía un deseo y aunque no conocíamos el camino y mucho menos la meta, ese deseo nos iba impulsando a dar un paso tras otro. Buscábamos la soledad y el silencio que nos permitieran estar atentos en la escucha de la palabra de Dios que habla directamente al corazón. La vida monástica de aquel tiempo se estaba poniendo cada vez estaba más complicada, más llena de normas y riquezas; más escasa en sencillez y humildad; el ruido sustituía al silencio y el poder a la pobreza.

En un mundo revuelto como el que os toca vivir, llama la atención más el silencio que la palabra, como si se mostrara una pieza rara en un museo. En un mundo en donde todo se mide desde el poder del dinero; la sencillez de vida, el compartir y la acogida al otro son valores considerados como excentricidades. En un mundo en donde el silencio da miedo porque deja asomar fantasmas interiores y la soledad no es sana pues la imperante es la del abandono… ¿qué os podemos aconsejar viendo que vuestro deseo es llevar a vuestra vida cotidiana los valores que habéis descubierto en la vida monástica cisterciense? Puede parece casi imposible conociendo la dificultad que entraña la vida monástica, cuanto más, vivir en un entorno ajeno al monasterio.

Nos atrevemos a daros el mismo consejo que nosotros recibimos de nuestro padre San Benito. Nos dijo que había que “hacerse ajeno a la conducta el mundo”. ¡Buen consejo!(RB,IV, 20). No dijo “salirse del mundo”, ni “repudiar al mundo”, o en idioma coloquial siglo XXI: “pasar del mundo”. Tampoco dijo “hacerse ajeno al mundo” sino a su conducta. 

El consejo de San Benito no pierde actualidad a través de los siglos. Creemos que es perfectamente válido para los laicos cistercienses que vivís inmersos en el mundo. Pero… ¿cómo se hace eso? estaréis pensando o gritando alarmados. No os preocupéis, él mismo nos dejó escrito el camino: No anteponer nada al amor de Cristo” (RB, IV, 21).

Así que, queridos nuestros, id al mundo donde vivís: al trabajo, a tomar un café, a la ONG, a recoger a los niños al colegio, al banco, a visitar a la vecina que está enferma, a la ITV, de vacaciones, a misa, a entregar la declaración de Hacienda; en el atasco, en el mercado haciendo la compra, en tu grupo de la Fraternidad; id a regar las plantas, a pasear al nieto, de marcha por la montaña… a la oración de la mañana y el rato de lectio.

Id y volved una y otra vez, cuando el tiempo y vuestras responsabilidades os lo permitan, al monasterio. Compartid oración con la comunidad monástica a la que os sentís unidos. Dejad que os acojan como al mismo Cristo, según dice la Regla.

Rumiad sin prisa, con el gusto del saboreo de un gran alimento todo lo que quedó escrito a través de los siglos por tantos monjes y monjas cistercienses, para que el carisma cisterciense pueda tener una expresión viva en el mundo a través de vosotros.

Estad atentos, a la escucha de la palabra que Dios dirige a vuestros corazones, empapándoos de ella hasta haceros ajenos a la conducta del mundo sin dejar el mundo; palabra que os ayudará día a día a no anteponer nada al amor de Cristo, e irá cambiando vuestra mirada hasta que sea la misma mirada de amor compasivo con la que Él nos mira a todos.

¡Ánimo, qué no estáis solos! Os quieren,

                           Roberto, Alberico y Esteban, Monjes Fundadores de Cister.

26 enero 2023  Fiesta Fundadores del Cister

Mari Paz López Santos

Laica de la Fraternidad del monasterio de Santa Mª de Huerta

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