Sexto Internacional Encuentro de Comunidades Laicas Cistercienses

Nuestro camino espiritual, como laicos, iluminado por el carisma cisterciense

Porque contigo está el manantial de la vida: En tu luz veremos la luz. Salmos 36

Assomption Lourdes: Centre spirituel d’accueil et de formation
21 Avenue Antoine Béguère – 65100 Lourdes – France
June 14 – 21, 2014

El Camino Espiritual del Laico Cisterciense

  1. Punto de Partida: la llamadaCristo nos llama a una vida contemplativa a la luz del carisma Cisterciense, en comunión con un monasterio en particular. Los aspectos principales de esta llamada pueden resumirse así:
    • Toma de conciencia o profundización de una vida interior.
    • Deseo de una vida centrada en la oración.
    • Reconocimiento de la intervención del Espíritu Santo.
    • Despertar a una reciprocidad con Dios.

    Esta toma de conciencia de la existencia de una vida interior tiene un matiz particular: es el descubrimiento de nuestra Capacitas Dei (nuestra capacidad de ser trasformados en imagen de Dios)

    Esta llamada a un modo de vida Cisterciense necesita un discernimiento. Dicha llamada es vivida en comunidad con otras personas que también han sido llamadas a seguir este mismo camino Laico Cisterciense.

  2. La Respuesta: Elegir unos medios para encarnar esta Capacitas DeiEste encuentro con la espiritualidad cisterciense, encarnada en una comunidad monástica concreta, nos conduce al deseo de integrar los valores cistercienses en nuestra vida cotidiana.
  3. Papel central de la comunidad, tanto laica como monástica, como medio de crecimiento espiritualNuestra respuesta a la llamada de Cristo nos conduce a formar una comunidad laica cisterciense. En ella nos enriquecernos mutuamente, entre nosotros y en la relación con una comunidad monástica. El reconocimiento por la comunidad monástica de los valores cistercienses encarnados en el grupo autoriza a la comunidad a llamarse Laica Cisterciense.Caminar con otros nos enriquece, ya que el compartir y la comunión nos procura apoyo y alegría. Pero también conlleva exigencias que requieren paciencia y escucha, que pueden causar heridas y sufrimiento. Reconocemos que la comunidad es un elemento esencial e indispensable de nuestro camino, un medio necesario para el crecimiento espiritual. Debemos aprender a amar a los que estamos llamados a la misma comunidad y a compartir entre nosotros con verdad y humildad. Así, aprendemos a ver a Cristo en los demás y amarlos como El nos ha amado.Esta espiritualidad no está desencarnada. Busca superar el reto de la estabilidad, a pesar de la distancia geográfica y de las dificultades para mantener el espíritu de comunidad fuera de los encuentros.Las dificultades no se consideran sólo como obstáculos, sino también como un medio para el crecimiento espiritual, ello es posible por la gracia y por el apoyo fraterno.
  4. Formación/Transformación: su importancia para fomentar el crecimiento espiritualLa formación en el seno de la comunidad Laica Cisterciense es un viaje de toda la vida hacia la riqueza del carisma Cisterciense. La formación tiene que ser a la vez personal y comunitaria.Incluye los siguientes elementos:
    • La práctica de la Lectio Divina y de la oración.
    • La Regla de San Benito.
    • El conocimiento del tesoro literario Cisterciense.
    • El Oficio Divino (La Liturgia de las Horas).
    • El Conocimiento de sí.
    • El lugar central de la Eucaristía y de la celebración de los otros sacramentos.
    • El acompañamiento espiritual.

    Hay que destacar la importancia de la práctica del silencio tanto exterior como interior, así como la escucha. El Retiro anual es reconocido como un medio para reforzar la vida fraterna y la relación con Dios.

  5. La Vida en CristoEl camino del laico Cisterciense es una manera particular de vivir el camino universal de los seres humanos hacia Dios. La presencia de Cristo es el centro de este recorrido: “El es el camino, la verdad y la vida”.Es necesariamente un viaje acompañado por otros. Es la búsqueda del encuentro con Cristo, que nos habita y nos transciende. Nuestra mayor esperanza es que el don de este descubrimiento de Cristo en el otro sea un camino de santidad y felicidad para nosotros. Nuestro viaje está inspirado y alimentado por las hermanas y hermanos de la familia Cisterciense. Por ello les estaremos infinitamente agradecidos.Después de haber reflexionado sobre nuestra identidad (Huerta 2008), y de haber trabajado en la cuestión de la formación (Dubuque 2011), nosotros, Laicos Cistercienses, hemos intentado ir al corazón y a la fuente de estas realidades. Hemos descubierto que estamos invitados a ir al encuentro de una Presencia: la de Jesucristo, fuente y meta de nuestro camino. Él nos llama a través de hermanas y hermanos, a ser testigos de su Evangelio en el mundo, iluminados y sostenidos por la tradición cisterciense, encarnada en las monjas y monjes que nos acompañan.

¡María, Reina del Cister, nuestro modelo de obediencia, muéstranos el camino hacia una plena transformación en imagen Cristo!